PISA (OECD) no correlaciona con la economía de la creatividad ya que se enfoca más en la economía del conocimiento. Países innovadores como EE.UU., Suecia e Israel, que lideran en patentes y tecnología, no destacan en las pruebas PISA por lo que podría no ser un reflejo fiel del talento y la creatividad que impulsan la economía.
PISA es como un examen de orina que se en aspectos medibles mientras ignora factores cruciales como el pensamiento crítico, la innovación, las habilidades socioemocionales y la salud mental de los alumnos.
PISA daña el pensamiento científico al promover una educación basada en hechos y datos en lugar de fomentar un pensamiento científico investigativo y los procesos para llegar a las conclusiones.
PISA es una prueba depredadora con sobrevaluada legitimidad y capacidad de impacto global ya que no predice con precisión el futuro económico y social de las sociedades y en cambio contribuye a la estigmatización de ciertas culturas.
Lo que sí aportan las evaluaciones de PISA es que hay una correlación clara entre la pobreza y los bajos resultados en PISA por lo que mejorar las condiciones socioeconómicas podría ser más efectivo que enfocarse en mejorar los puntajes de PISA.
En resumen, el enfoque en pruebas como PISA es perjudicial y engañoso, por lo que hay que abogar por enfoques más holísticos y equitativos en la educación. Sugiero que los países busquen al menos alternativas complementarias a PISA que se ajusten mejor a sus contextos y necesidades educativas únicas y no acomplejen o atemoricen a los países que quieren aspirar a la innovación educativa.