Si sus hijos evidencian dificultades en matemáticas, lectura, escritura o convivencia, es probable que no hayan recibido la atención necesaria para superar los efectos de la pandemia. Los niños que tenían entre 5 y 7 años durante el confinamiento, hoy en cuarto, quinto o sexto grado, enfrentan secuelas que han afectado su desarrollo académico y social.
Durante el confinamiento, perdieron la oportunidad de consolidar habilidades clave, como la suma, resta, multiplicación y el razonamiento lógico. Muchos no lograron comprender conceptos abstractos como las fracciones y la medición. En cuanto a la lectoescritura, se ha notado un rezago en la fluidez lectora y la capacidad para comprender textos de mayor complejidad. Asimismo, la habilidad de redactar con coherencia y expresar ideas por escrito afectando su desempeño en áreas que dependen de la expresión escrita.
Además, el aislamiento social afectó su desarrollo emocional y social. La falta de interacción con pares y docentes limitó su capacidad para aprender a resolver conflictos, trabajar en equipo y gestionar sus emociones. Esto ha generado problemas de conducta, dificultades para adaptarse al entorno escolar y mayor ansiedad.
Para abordar y reparar adecuadamente es necesario hacer un diagnóstico certero de sus dificultades actuales, distanciarse del currículo regular y de lo que “ya deberían saber” o haber adquirido, y encararlas con una ruta de reparación específica orientada a atender esas dificultades. Recordemos que no hay magia en educación. Si hay fracturas en el camino, no se soldarán sin una acción remedial reparadora.