El carácter, más que la inteligencia académica, es el factor clave para el éxito en la vida. David Levin, cofundador de las escuelas KIPP, observó que solo un tercio de los estudiantes con altas calificaciones universitarias lograban graduarse. La razón: carecían de fortalezas como perseverancia, optimismo e inteligencia social, esenciales para superar adversidades.
Estudiantes brillantes fracasan ante desafíos que exigen carácter. Pueden abandonar proyectos por falta de resiliencia, sucumbir al estrés, ceder a presiones sociales o no adaptarse al entorno laboral por carencias en liderazgo o autocontrol. Esto evidencia que el éxito no depende solo del intelecto, sino de habilidades internas para manejar fracasos y presiones.
Levin y los psicólogos Martin Seligman y Christopher Peterson identificaron siete fortalezas claves para el éxito futuro y la felicidad: pasión, valentía, autocontrol, inteligencia social, gratitud, optimismo y curiosidad. Paul Tough, en “What if the Secret to Success Is Failure?” en el New York Times resalta cómo estas habilidades pueden integrarse en la educación para formar individuos resilientes y plenos.
En un mundo donde la inteligencia artificial reemplaza capacidades académicas, es urgente priorizar el desarrollo del carácter. La educación debe ir más allá de los logros académicos, cultivando fortalezas internas que permitan a los estudiantes enfrentar desafíos y alcanzar una vida significativa. Es algo a lo que se presta poca atención al educar a los niños.
Al final, no se trata solo de lo que sabes, sino de quién eres y quién te conviertes en el proceso.