Mañana es un Día de la Madre en confinamiento, algo que nunca sucedió en esta celebración homenaje. La angustia crece por los malos resultados del gobierno, los peores de la región. Martín Vizcarra, sus ministros y asesores no han dado la talla ante el desafío. Lo menos que podríamos esperar es autocrítica y mayor tolerancia a la crítica, menos arrogancia y más sentido común para consultar a los que saben. Sufrimos los errores, las omisiones y la falta de conocimientos para salvar vidas, las ya perdidas y las que se perderán al reactivarse empresas y servicios. El contagio se incrementará cuando el sistema de salud ya está colapsado y la curva de infectados y muertos no se aplana.

Entre omisiones, errores y aprovechamientos políticos y económicos se juegan las vidas de miles de peruanos. Requerimos otra estrategia y otra conducción desde otro gabinete formado por ministros con conocimientos, experiencia y especialización. Las responsabilidades de lo sucedido se ajustarán en su momento pero hoy estamos ante una gran emergencia, una amenaza de exterminio a los más pobres que siendo las víctimas, son paradójicamente señaladas como culpables de las malas cifras. No se trata de lo pasado sino del presente que exige capacidad. Un gabinete de ancha base o un gobierno de unidad nacional es un recurso fundamental a la medida de la gravedad. Convocar comandos de expertos en salud y en manejo económico, ya que la crisis está en ambos frentes. Y el Congreso debe exigir al presidente las rectificaciones que lo obligarán a llamar a los mejores por encima de las diferencias y de los intereses políticos que lo han guiado hasta hoy. Y apelar a las FFAA, a su movilización para la defensa nacional, para apoyar las decisiones del poder civil tal como lo pidió el almirante Jorge Montoya. Estamos sobre un volcán.