El inicio de la aviación “a chorro” ofreció velocidades supersónicas sin precedentes, mayor alcance en distancia y la capacidad de operar a altitudes nunca antes experimentadas por nuestros pilotos aviadores, elementos que revolucionaron la táctica y la estrategia aérea militar peruana, señaló el historiador de la aviación José Renato Ballón Cusirramos, en el 50º aniversario del conocido Parque del Avión de Arequipa.
El avión de caza Sabre F-86 Nº 176, fue instalado entonces como elemento protagónico de la recién inaugurada avenida José Abelardo Quiñones. De esta forma, el monumento se convirtió en el símbolo de la modernización de la defensa nacional, conmemoró la vida del alférez FAP Raúl Cohen Gutiérrez y continúa siendo el ícono de la arquitectura moderna en el distrito de Yanahuara, señaló el historiador.
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EN MEMORIA DE “CAMALEÓN”
Ballón Cusirramos, recordó al audaz piloto alférez FAP Raúl Cohen Gutiérrez, más conocido como “Camaleón”, el primer peruano en romper la barrera del sonido, quien se inmoló el 28 de noviembre de 1956, luego de haber concluido importantes ejercicios estratégicos en el cielo de Arequipa, Moquegua y Tacna. Su nave, el F-86 Nº 599, sufrió un fatal accidente cuando se disponía a aterrizar en la pista del aeropuerto alférez Alfredo Rodríguez Ballón.
Explicó además que la aviación militar de propulsión a reacción, llegó a la Ciudad Blanca en noviembre de 1955, en el marco del contexto de transformación y redefinición de las estrategias de defensa de los territorios nacionales a nivel global.
Este periodo, marcado por la Guerra Fría y sus repercusiones en la política internacional, estableció nuevo paradigma en el ámbito militar, donde la tecnología aérea avanzaba a pasos agigantados y se convertía en un pilar fundamental para la protección y la proyección de los países y sus límites geográficos.
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Indicó también que el Perú y la Fuerza Aérea del Perú no fueron ajenos a estos cambios. La introducción de los modernos aviones Lockheed T-33 y los aviones de caza a reacción North American Sabre F-86, simbolizaron un salto cualitativo en la capacidad de defensa del país y en su posición hegemónica dentro del tablero estratégico internacional.
El entonces presidente general Manuel A. Odría Cerruti decidió incorporar los turbo reactores a los escuadrones de caza de la FAP, un hecho que modernizó y profesionalizó a las Fuerzas Armadas, en respuesta a la experiencia de los conflictos del Perú con Colombia en 1932 y 1933 y con el Ecuador, en 1941, donde el Cuerpo de Aviación del Perú y el Cuerpo Aeronáutico del Perú jugaron roles decisivos para la victoria.
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NACE LA BASE AÉREA DE LA JOYA
La adaptación de la FAP a la propulsión a reacción demandó un desarrollo técnico significativo, ante la necesidad de contar con infraestructura adecuada. En 1965, la construcción de la Base Aérea de La Joya, se convirtió en el “nido” de la entrañable unidad de T-33 del Escuadrón “Las Águilas del Desierto” que esporádicamente surcaba el cielo arequipeño.
Los aviones Sabre F-86, adquiridos por el Perú, sirvieron en el Escuadrón de Caza “Los Tigres” del Grupo 11 con base en Talara. Los primeros doce llegaron de los Estados Unidos en 1955 y los otros ocho, en 1960. Bajo el comando del coronel arequipeño Claudio Martínez Morosini, el grupo acumuló miles de horas de vuelo en operaciones de instrucción y reconocimiento.
La flota completa de F-86 fue dada de baja a mediados de los años setenta y reemplazados por los aviones soviéticos Sukhoi SU-22. Para los miembros de la FAP, el Sabre F-86, simboliza el inicio de la superioridad aérea del Perú en el continente, el relevo generacional de Quiñones, patrono de la Fuerza Aérea del Perú, y la instalación del Grupo Aéreo 3 en la región, precisó el historiador.
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