Este libro constituye una invitación al descubrimiento de nuestra historia y a la comprensión de lo que somos, desde una perspectiva más humana, más artística y menos convencional.
Este libro constituye una invitación al descubrimiento de nuestra historia y a la comprensión de lo que somos, desde una perspectiva más humana, más artística y menos convencional.

Ya decía la escritora chilena Mercedes Valdiviezo que “para conocer la realidad, nada hay mejor que la ficción”. Esta contundente aseveración se evidencia con creces en la obra del multifacético artista humachuquino Aristóteles Cruz Ledesma.

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Aristóteles ha publicado, hasta la fecha, más de dieciséis libros, aparte de películas y otras obras. Toda su vasta producción artística (música, cine, pintura, fotografía, literatura, etc.) está cimentada en el amor a la tierra y en la firme convicción de rescatar y difundir la historia y la cultura de nuestros pueblos.

El leitmotiv creativo

Huamachuco, en particular, y la serranía peruana, en general, constituyen siempre su principal leitmotiv. Las historias, las creencias, los sueños, los sentimientos, la naturaleza y los restos arqueológicos que laten de manera vívida en el devenir de hombres y mujeres son el mejor impulso y los ingredientes esenciales de su creación artística.

Así lo confirma “El oráculo de Catequil”, su más reciente publicación. En este libro, con un lenguaje ameno y fluido (como se cuentan las buenas historias, al calor del hogar), el autor nos hechiza y envuelve con la historia de nuestro país: desde la derrota de los Wamachukos hasta la caída de los Incas.

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Su valor literario

Cual imágenes de una película de acción, a través de sus páginas nos va haciendo partícipes de las guerras entre los pueblos y de la costosa gravedad de sus consecuencias.

“Caía la tarde acompañada de lluvia y relámpagos. El guerrero se sentía cansado. Tremendamente cansado y desilusionado (…). Los días de guerra contra los Guachemines habían terminado. El espectro del hombre, el dolor, las heridas, la sangre derramada por los hombres sobre los campos de batalla, los destrozos provocados por ambos bandos, el fragor de las gargantas… quedaba atrás”.

Pero no solo los acontecimientos nos envuelven y estremecen. También las descripciones constituyen verdaderas imágenes de momentos, sucesos y estados… ¡Y ni qué decir de los diálogos y los cánticos! Su fluidez y la conmoción que traducen son potentes recursos que enriquecen la narración de los funestos hechos.

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Su valor histórico

La guerra entre los Guachemines y los Wamachucos se expone ante nuestros ojos de manera descarnada y, al mismo tiempo, aleccionadora. Lo mismo ocurre con la descripción del comportamiento desalmado de los chachapoyas o con la cruda narración de la crueldad de los incas (Atahualpa).

Este libro nos comparte una imagen más creíble. No es la imagen idealizada del discurso escolar. Es, más bien, una invitación a la duda, al cuestionamiento y a la formulación de hipótesis: ¿la caída del imperio incaico obedece a razones más terrenales de las que conocemos?

¿Se ha preguntado (como lo hace el autor), qué hubiera sucedido si el inca Huayna Cápac hubiera sobrevivido a su mal?, ¿qué hubiera pasado si el curandero Chuquimis no le hubiese enviado un brebaje envenenado? ¿O que hubiese ocurrido si Atahualpa no hubiera actuado salvajemente en contra de los moradores de Porcón, luego del vaticinio adverso del oráculo de Catequil?

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Su valor cultural

Este libro nos hace recordar a las grandes historias de la literatura “antigua”, donde los oráculos constituían un componente fundamental de la religión y la cultura de los pueblos.

“En estas historias hay dioses, hombres y demonios. Dioses crueles y vanidosos, entregados a caprichos casi humanos. Pero también hay hombres valientes, héroes puros y sencillos como un arroyo, fuertes como un torrente”.

“El oráculo de Catequil” nos permite comprender que las guerras internas o las caídas de las civilizaciones siempre han tenido como punto de partida las motivaciones más bajas del ser humano: odio, venganza, ambición, codicia, poder, etc.

La crueldad parece ser inmanente al ser humano; pero también lo es la fe en el resurgimiento. Y en esta compleja dualidad, los dioses asumen un papel decisivo: proyectan el destino de los hombres y de sus pueblos.

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Un libro con valor intrínseco

Son muy escasas las novelas históricas que se publican en nuestra región. Son pocas las publicaciones que logran amalgamar la historia cultural con la ficción y la mitología… Y es muy raro encontrarse con libros que nos acerquen al conocimiento y a la comprensión de lo que somos y de por qué somos así.

Aquí radica, justamente, el valor de “El oráculo de Catequil”, de Aristóteles Cruz Ledesma. Este libro constituye una invitación al descubrimiento de nuestra historia y a la comprensión de lo que somos, desde una perspectiva más humana, más artística y menos convencional.

Para cerrar, tomaré las palabras del escritor español César Fernández García y diré con él que “una ficción no tiene que salvar al mundo; basta con que intente otorgarle un sentido”. Luego de leer “El oráculo de Catequil” es eso lo que uno descubre: el sentido de nuestra historia y el sentido que toma, según nuestras decisiones.

Y, como ocurre con las buenas ficciones, de esta también “se desprende un sí a la vida”. Un sí que debemos descubrir y asumir, a partir del conocimiento y valoración de nuestra historia y de nuestras culturas.

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