Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1962). Poeta peruano-español. Docente de la Universidad de Salamanca y director de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos. Su poesía ha sido analizada en seis libros de ensayos y traducida a varios idiomas. Recibió el Premio Internacional de Poesía Vicente Gerbasi (Venezuela, 2009), el Premio Jorge Guillén (España, 2012), el Premio Humberto Peregrino (Brasil, 2015) y la Medalla Mihai Eminescu (Rumanía, 2017). Preside el Premio Internacional de Poesía António Salvado en Castelo Branco (Portugal) y el Premio Rey David de Poesía Bíblica Iberoamericana (España); asimismo, es jurado del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador. De Alfredo, analizamos “Poemas para una amazona” (Summa, 2024).
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El libro
Contenido erótico-amoroso, ahí, Eros se impone sobre el razonamiento de Tánatos: deseo carnal y goce humano ante la beldad de la mujer. El libro está dividido en cinco partes alineadas al eje: amazona-mujer-eros-ecológico. Dos poemas iniciales, Fragmentos de una pasión, Eternidad del día, Poemas para una amazona y Dos poemas finales. La escritura celebratoria del cuerpo amado; incluye la portada e ilustraciones de Gino Ceccarelli.
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Inscripción
Alfredo Pérez con maestría aborda el tema erótico sin caer en lo vulgar. Es el amor humano, terrenal. Celebración del triunfo, del amor físico con exquisitez aunado al sentimiento lírico. Es un furor poético que estalla en el lector que se sabe transeúnte en esta vida. El poeta consciente nos indica: “Aquí les dejo conocer ochenta y siete poemas, unos muy breves (esquirlas podrían denominarse) y otros de mediana extensión; unos más líricos y otros más narrativos: todos anclados en lo amatorio que está hilado al Eros” (p. 10). Por ello, es admisible y correspondiente al “Cantar de los cantares” bíblico, así se convierte en vívido y ecológico. Entonces, ante esta confesional asistimos al goce humanista.
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Escritura erótica
Los dos poemas iniciales son contundentes: “Tus aguas vacilantes o las plegarias por el árbol / más hermoso de tu selva, aquel / donde te subías y cuya savia era un antídoto más / que sorbías con placer, por tenaces soles” (p. 15). Y de hondo contenido lírico espiritual en el poema “Privilegios del confuso”: “Tengo el privilegio de gozar de tu íntimo arrullo / para mi confusión tan deslumbrante. / Así estoy entre tu carne; así estoy entre tu espíritu” (p. 17).
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Fragmentos de una pasión
Son poemas breves que no superan los seis versos. Tienen los atributos de síntesis y sugerencia, que no dejan de conmover y conducir a la reflexión con pensamiento crítico, el amor que supera al tiempo lejos de las declamatorias. Leamos: “Eres la única / que tiene todo de mí: / tu piel entiende mis susurros” (p. 26). “Ato tu torso con el mío, y el deseo se refina / y vive Dios en los dos, / sin agotar el rocío de su cielo” (p. 27). La temática sigue orientándose al destinario lírico, ella, la mujer.
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Edad del día
En esta sección cada poema es independiente y en estos subyace el tema amatorio entre escenas selváticas. Destaca “el primer amor”, en cuanto vigente es más la “resurrección”, ante el surgir de la piel de selva: “Ella desprende / colmados aromas, / cual milagro que, / de siglo en siglo/ convierte la carne en fruta” (p. 34). El vate aun viviendo en tierras europeas, conserva en su memoria la ecología, el descubrimiento de la orquídea, y entonces ansía el “Retorno al edén”: “Me asomo a los lugares / donde amé y fui amado, vuelvo/ a mirarlos para que el futuro /quede intacto” (p. 37). Fomenta la solidaridad con “tú eres, nosotros somos”, y avanza cuando hay dos ojos acompañándonos como luciérnagas hasta creer en la libertad de la vida compartida, y sentencia: “Déjala ser / a corazón abierto, / sin metáforas” (p. 48).
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Amazona
Pérez Alencart añade que: “Fueron escritos para una Amazona, un amor que tuve y que tendré hasta el último día de mi existencia. Se escribieron en tiempos varios, aunque la mayoría son muy recientes, pues los recuerdos y las motivaciones fluyeron mejor en esta temporada de sosiego que se me ofreció en mi puerto Maldonado natal, donde lo acabo de concluir, tras su comienzo en Salamanca, mi segunda ciudad-matria” (p. 10). En efecto, en esta estancia encontramos poemas numerados en romanos y es el amor el que supera distancias y tiempos: “Solo tú, magnífica Amazona, sabes repetir la mirada hasta tocar mi corazón con tus nudillos quemantes, resucitada y anhelante, viviendo hasta mis vértebras sobre el lomo de una selvática luciérnaga” (XII, p. 81). Leemos sentidos versos con palabras cotidianas, empero también con erudición; fragmentos que revelan y fascinan con su ritmo interno: “La mañana y la noche se juntan cuando logro trasplantar el misterio a mis palabras para que no concluyan las horas, Amazona” (p. 84).
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Poemas finales
La obra se apertura con “dos poemas iniciales” y concluye con “dos poemas finales”; es decir, es un libro estructurado con orden de lo vivido con la amazona, aunque puede ser un símil con la naturaleza. La poesía es vida y concluye: ¡Cuánta locura por esperar renacimientos! / ¿seguirte se considera misión o privilegio? / ¿Estar contigo es cantar todos los cantares? ¿Acaso podré ungirte las selectas esencias? (p. 88). Con este libro florece la poesía peruana. Hay que leerlo.
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