En esta nueva etapa, Rovegno de Arenales es regentada por el cocinero Moma Adrianzén, quien apoyado por la familia que da nombre a la marca, reabre sus puertas
En esta nueva etapa, Rovegno de Arenales es regentada por el cocinero Moma Adrianzén, quien apoyado por la familia que da nombre a la marca, reabre sus puertas

En el corazón de Jesus María, en plena avenida Arenales se encuentra la tradicional Panadería Rovegno, uno de esos locales de barrio de toda la vida, con más de 50 años deleitando a los comensales de la zona.

Luego de estar cerrado por la pandemia durante cuatro años, reabre nuevamente sus puertas con lo mejor de su repertorio. Baguettes, cachitos de mantequilla, chancays, un bollo muy popular en Lima, dulce, suave y esponjoso; o su tradicional fugazza con cebolla blanca y romero. Rovegno es de esas panaderías representativas y tradicionales que abrieron gracias a la llegada de inmigrantes italianos a nuestro país. Conocida como el “italiano de la esquina”, se volvió un lugar único donde la calidez, buena atención y calidad de sus productos siempre van a ser un atractivo para el público local.

El poco tiempo abierto nuevamente, no es impedimento para que la hora del almuerzo en este local se vuelva un entretenido descontrol, correctamente manejado con la experiencia de su equipo. El salón comedor, la panadería y pastelería se van llenando desde las 12 del mediodía por hambrientos clientes que llegan en búsqueda de una empanada, de su tradicional menestrón o contundentes sándwiches para llevar. A pesar de sus altas y bajas, cada visita a Rovegno es un regreso a la infancia, a esas tortas de suave bizcocho y cubierta con abundante chantilly, a las galletas que las abuelas siempre tenían listas en casa para las visitas domingueras, a los encurtidos o a esa mesa caliente donde siempre se han ofrecido las propuestas más hogareñas.

En esta nueva etapa Rovegno de Arenales es regentada por el cocinero Moma Adrianzen, quien apoyado por la familia Rovegno reabre las puertas de este clásico local, manteniendo al personal de siempre y esos sabores que tanto han gustado al comensal estos años, pero refinando procesos, estandarizando recetas, mejorando algunos productos que se tenían olvidados y siempre buscando el mejor sabor y calidad de sus productos. El comedor ofrece un menú sabroso y cumplidor: pollo al horno, lomo saltado de una buena relación calidad/precio, sencillas entradas, como ocopa o causa o un chicharrón de cerdo jugoso servido con camote frito.

La panadería y pastelería destacan por los clásicos de toda la vida, pero también tienen algunos panes campesinos. Hay una buena selección de bollería y empanadas, y su oferta de galletas es variada. Los pasteles son tradicionales, grandes y con abundante crema, igual que las tortas. El camino no es inmediato, pero va dando sus frutos, y el comensal va reencontrándose con los sabores de su infancia. Los productos son frescos y tienen una alta rotación. La idea es ir poco a poco reencontrándose con los clientes de toda la vida, y comenzar a cautivar a algunos otros. Rovegno siempre ha sido sinónimo de calidad. Es uno de los grandes bastiones panaderos y bodegueros que aún quedan en Lima, en el que los vecinos y visitantes se encuentran y comparten rutina diaria. Si bien su oferta culinaria puede haberse quedado un poco anclada en el tiempo, también forma parte de una cultura gastronómica viva que no debe desaparecer, pues muestra la diversidad y cultura de una sabrosa Lima urbana, aquella donde las tradiciones se integran, crecen de la mano y se nutren nuevamente.

Para quienes estén un poco lejos y quieran pasar a reencontrarse con este simpático local, cuentan con estacionamiento para visitantes.