“Ese postre crujiente y delicioso, que consiste en una pasta ligera frita, hecha a base de harina y huevo. Se sirve con manjar blanco de olla y se cubre con azúcar en polvo”, Jimena Agois, periodista y fotógrafa gastronómica
“Ese postre crujiente y delicioso, que consiste en una pasta ligera frita, hecha a base de harina y huevo. Se sirve con manjar blanco de olla y se cubre con azúcar en polvo”, Jimena Agois, periodista y fotógrafa gastronómica

Este postre peruano data de la época del virreinato. Tuvo su origen como muchos otros postres y dulces típicos de nuestro país en los conventos que durante la colonia llegaron a Lima y a las principales ciudades de nuestro país. Fueron los españoles quienes introdujeron el azúcar y la leche al Perú, que se utilizaron principalmente para la elaboración de dulces y postres tradicionales como el arroz con leche o el suspiro a la limeña.

En aquella época, las monjas españolas trajeron a nuestro país los conocimientos de las grandes cocineras moras, y fueron las novicias criollas junto a las sirvientas indias, esclavas negras y mujeres a quienes se les permitía ingresar a los conventos quienes aprendieron las técnicas. Era usual en aquellos años, que las mujeres ingresarán al convento para ser monjas y otras lo visitarán regularmente para aprender a bordar, cocinar, pintar y “aprender a ser buenas esposas”.

De acuerdo a una publicación de Hipólito Unanue (1755-1833) para el año 1797 había en Lima 14 conventos, tres en Cusco y Arequipa, dos en Huamanga y Trujillo y uno en Cajamarca. Y es de estos lugares donde salían los postres y dulces de la época directo a las casas de las familias adineradas. Fue cuestión de tiempo y la venta de estos productos se volvió el principal ingreso económico de algunos conventos como es el caso de Arequipa. Es recién durante las primeras décadas del siglo XX que aparecen las primeras dulcerías y pastelerías privadas que pusieron fin al éxito de los conventos. Hoy en día son muy pocos los que venden sus postres y dulces.

DELICIA

Pero volvamos a las ponderaciones, ese postre crujiente y delicioso, que consiste en una pasta ligera frita, hecha a base de harina y huevo. Se sirve con manjar blanco de olla y se cubre con azúcar en polvo. Para lograr su forma, se utiliza un molde de forma espiral resistente a altas temperaturas ya que debe sumergirse en el aceite hirviendo.

Es ideal comerlo al momento para disfrutar el crujiente de la masa. Son varios los postres que tienen una preparación similar en España, como las Flores de Carnaval o Semana Santa que llevan forma de flor por el molde de hierro con el que se fríe el postre. Estos postres pertenecen a la familia de las ¨frutas de sartén¨ al igual que las hojas de limón o de naranjera y las orejas de Carnaval, deliciosas masas crujientes y fritas aromatizadas con los cítricos que llegan con la primavera. Una técnica que se emplea en la repostería española desde la Edad Media.

Son pocos los locales que en nuestro país que actualmente siguen sirviendo este delicioso postre. Y acá les dejo dos datos: Marisa Guiulfo las tiene en la carta de la Bonbonniere prácticamente desde que abrió y por aniversario patrio, Flavio Solorzano de El Señorio de Sulco las incluye en una maravillosa caja de dulces que sale a la venta el día miércoles e incluye ponderaciones, turrón de doña Pepa, volador y manás. Aprovechen esta oportunidad para celebrar a nuestro querido Perú de esta dulce manera.

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