“El paso de Treschanski por cocinas como la de The Fat Duck, Azurmendi y 108 en Europa se notan”, escribe Jimena Agois, periodista y fotógrafa gastronómica.
“El paso de Treschanski por cocinas como la de The Fat Duck, Azurmendi y 108 en Europa se notan”, escribe Jimena Agois, periodista y fotógrafa gastronómica.

Había escuchado de Trescha, de su estrella Michelin y del reconocimiento a Tomás Treschanski (Buenos Aires, 26 años) como el chef latinoamericano más joven en conseguir una estrella. Y a pesar de haber visitado Buenos Aires en varias oportunidades desde que abrieron sus puertas (2023) hasta el momento no había tenido el placer de sentarme en esa hermosa barra para 10 comensales de la que tanto había oído hablar.

En mi última visita a la ciudad, el pasado noviembre, logré quedar con un amigo y disfrutar de este entretenido Menú Degustación, que días más tarde le dio a Treschanski, el puesto 33 de la lista a Los Mejores Restaurantes de Latinoamérica, y el premio al Mejor nuevo ingreso, pasando de la posición 94 a la 33 en un año.

No es usual ver restaurantes de fine dining abrir en la ciudad de Buenos Aires, al contrario, Chila cerró en marzo, Tegui se fue en el 2021 y El Baqueano se mudó a Salta en el 2022. El país ha pasado por épocas duras, y sólo Aramburu rema con fuerza en la alta gastronomía.

Ubicado en Villa Crespo, un barrio por el que me cuentan, pocos apostaban, el espacio que Treschanski abrió en el 2023 avanza con fuerza, apuesta por el fine dining con una creatividad fuera de serie en un menú de 14 pasos donde la técnica es impecable, logrando bocados bien trabajados, precisos y muy bien resueltos. Sin mencionar la estética de cada uno de los platos que llegan a la mesa. Espero poder volver pronto con la cámara y fotografiarlos como se debe.

Mi compañero de cena, que ha visitado el local en repetidas ocasiones, menciona que el menú, salvo un bocado, es totalmente nuevo para él y eso lo emociona. Tomás dirige, emplata, supervisa y observa detenidamente la reacción de cada uno de los comensales ante cada bocado desde distintos lugares de la cocina. El personal ejecuta cada plato con delicadeza, y llegan a la barra en conjunto y con elegancia. La sucesión de pasos fluye sin tropiezos: Beignet espumada de kimchi, mejillones escabechados, albahaca y azafrán; Nori cristalizado, foie gras y huevas de trucha o blini de tinta, vieiras, grasa de pato, melón y cecina de wagyu son algunos de los primeros bocados. Sentados en la barra ovalada que rodea la cocina de Trescha, somos espectadores privilegiados de este recital gastronómico donde se incorporan puntillosos trabajos de realización y elevados conocimientos técnicos. El paso de Treschanski por cocinas como la de The Fat Duck, Azurmendi y 108 en Europa se notan. Fue allá donde aprendió a cocinar, trabajar, y también a ser un comensal apasionado. Dos años tardó Trescha en construirse, y hoy muestra una innegable elegancia clásica con toques cosmopolitas. Platos elegantes, con pocos elementos, en los que el producto principal está en el lugar que debe estar. Como en la trucha a las brasas, curry verde, aceite de eneldo, piñones caramelizados y jengibre helado. Acompaña un cono de zanahoria con tartare de trucha aliñada con krein, tamarindo y un soft serve de albahaca. Muy buenos esos toques asiáticos que aportan acidez y picor en cada bocado. Otro punto fuerte ¨la realeza de mar¨, donde el royale de claras infusionadas en algas, mandarina fermentada, socket de langostinos, calamar brevemente cocido en manteca fermentada XO y caviar de esturión Oscietra se sirven junto a un correcto nigiri de langostino, salsa cantonesa, miso de limón, jengibre fermentado y arroz suflado. Dos bocados llenos de sabor que brillan. El arroz meloso de algas, fondo de ave, espuma de bergamota y botarga se sirve con Picanha de wagyu bañado en ponzu y praliné de mostaza. Un plato que encantó en mesa, variado en texturas y muy sabroso. El menú cambia constantemente, y es probable que muchos de los platos de los que hablo en esta nota ya no estén presentes en una próxima visita. En Trescha el producto siempre tiene algo nuevo que decir, y por eso consideran fundamental no encasillarse. Los vinos llegan desde Argentina y del mundo con un excelente maridaje. El restaurante se encuentra en un gran momento, y sin duda es una de las propuestas que no puede perderse en la ciudad.

Trescha Restaurant