Hace dos semanas en este espacio, cuando estaba por comenzar el proceso de vacunación, comentaba de la necesidad de que luego de tanta tragedia por culpa de la pandemia y el mal manejo de la misma, la inmunización se haga sin problemas y de manera rápida, a fin de revertir en algo esta masacre de peruanos que ha significado la llegada del virus que nos ha puesto a la cabeza de la lista de los países con más muertos en el planeta.

Habíamos sufrido la ausencia de camas UCI y de balones de oxígeno medicinal. Salíamos de un festín de pruebas rápidas truchas, de la doble o triple contabilidad de fallecidos, de la generosidad con el impresentable de Richard “Swing” en tiempos de emergencia y del cuento de los 80 hospitales de Martín Vizcarra. También cargábamos con cientos de médicos, enfermeras y policías muertos en cumplimiento del sagrado deber.

Ante todo esto, aparecía una luz al final del túnel, que era el inicio del proceso de vacunación, aunque tardío. Llegábamos después de países vecinos, pero llegábamos. No obstante, como si todo lo anterior fuera poco, nos viene a reventar en la cara el caso “vacunagate” que alcanza al propio Vizcarra, a Pilar Mazzetti y a todo su equipo; y a la excanciller Elizabeth Astete y un grupo de diplomáticos, sin mencionar a las otras personas.

Todos ellos fueron como pájaros fruteros, como pirañitas alrededor de los frascos de vacunas que se repartieron a las autoridades y los amigos con la complicidad de dos universidades -una pública y una privada supuestamente de prestigio-, que tenían la responsabilidad de hacer las investigaciones en nuestro país. El golpe a la moral de un país abatido por la tragedia debe ser demoledor, y ojalá no se traduzca en un voto irresponsable este 11 de abril.

Si cualquier ciudadano siente indignación por esto, habría que preguntar qué sensación cargan quienes perdieron a un ser querido mientras el expresidente, Mazzetti y compañía se ponían la vacuna. La misma interrogante habría que hacerle a los médicos y enfermeras que trabajan en las UCI y que hasta el momento no son inmunizados. El lema vizcarrista de “El Perú primero” es una burla completa que quedará en los libros de historia.