La químico farmacéutica María Elenea Guillén habla sobre la necesidad de hacer vigilancia a las personas con molestias tras las inmunizaciones. (Foto: Ernesto Benavides / AFP)
La químico farmacéutica María Elenea Guillén habla sobre la necesidad de hacer vigilancia a las personas con molestias tras las inmunizaciones. (Foto: Ernesto Benavides / AFP)

Comenzó el esperado proceso de vacunación en el país y con ello, se han puesto sobre la mesa varias sugerencias para el aprovechamiento de esta situación para la mejor implementación de los servicios de salud. La químico farmacéutica y docente de la Universidad Católica de Santa María, María Elena Guillen Núñez, consideró necesario implementar en la región, un sistema de farmacovigilancia.

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La docente universitaria explicó que este sistema permitiría llevar a cabo un proceso por el que se recoge, vigila, investiga y evalúa la información sobre los efectos de los medicamentos; ya sea en el caso de la vacuna producida por el laboratorio chino Sinopharm, o el que entregó al Perú, la farmacéutica estadounidense Pfizer.

En este proceso estarían involucrados todos los profesionales de la salud, como son los médicos, farmacéuticos, odontólogos, obstetrices y enfermeras; debido a que ellos registrarán los casos cuando las personas que se hayan inoculado con cualquiera de las dosis disponibles en el país presenten alguna alergia o molestias. Esta información deberá comunicarse de inmediato a las autoridades del Ministerio de Salud, con lo cual se llevará un registro y permitirá realizar un seguimiento constante, así como un monitoreo para la evaluación de los casos que pudieran presentarse”, indicó.

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Informar a la población

Con toda la data disponible los funcionarios del Ministerio de Salud (Minsa) podrán establecer si los casos presentados tienen una relación directa con la inoculación de la vacuna o son patologías externas a causa de otros factores. Para María Elena Guillén, dichos estudios deberían ser públicos, porque ello ayudará a demostrar que no hay efectos adversos ni graves cuando una persona se inocula con una dosis contra la COVID-19, así la desconfianza de la población para vacunarse se reduciría.

Cabe señalar que, en la última encuesta presentada por Ipsos Perú en enero pasado, el 40% de los peruanos no quería vacunarse, debido a que su principal temor era, los posibles efectos secundarios que podían causar las vacunas.

Diferencias entre las dosis

Guillén señaló que la vacuna de Pfizer usa el ARN mensajero de la COVID-19, el cual está encapsulado en nanopartículas de lípidos, estas protegen al ARN mensajero de la degradación, mantienen su integridad y favorecen su fagocitosis para que las células que inician las respuestas inmunitarias las pueden captar con más facilidad, de tal forma que el propio cuerpo humano produzca proteínas virales que le sirven para generar los anticuerpos que necesita para defenderse.

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Esta vacuna debe mantenerse a temperatura de -70 grados centígrados y puede ser aplicada a personas mayores de 16 años. Los inoculados deben recibir dos dosis, cada una son de 30 microgramos mezclados con suero y deben ser administradas con un plazo de 21 días, entre la primera y segunda inyección. Su eficacia de protección es del 90%.

Mientras que la vacuna china de Sinopharm, fue procesado por medio de la técnica de atenuación (el virus es alterado genéticamente para ser incapaz de reproducirse). De esta manera, genera una respuesta inmune en el organismo sin ser un peligro, esta técnica utilizada es un procesamiento convencional en la industria farmacéutica. Sin embargo, este procesamiento genera que su eficacia solo sea del 79% de protección. Las dosis deben mantenerse entre -2 y -8 grados centígrados. Puede ser aplicada a personas mayores de 18 años, en dos dosis con un intervalo de 21 días.

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Cadena de frío

María Elena Guillen señaló que la vacuna china es más fácil de trasladar y requiere de menos sistemas tecnológicos y logísticos, mientras que la vacuna estadounidense de Pfizer, requiere un sistema complejo en la cadena de frio que en Arequipa muy pocas instituciones poseen. En el caso de la casa santamariana, esta si cuenta con equipos de cadena de frío capaces de guardar productos a -70 grados bajos cero.

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