“No ha sido fácil, pero la zona es céntrica. En esta oportunidad el comedor es pequeño, muy acogedor y cercano. Con ese aire familiar que Verbena siempre ha brindado”
“No ha sido fácil, pero la zona es céntrica. En esta oportunidad el comedor es pequeño, muy acogedor y cercano. Con ese aire familiar que Verbena siempre ha brindado”

En estos últimos años a Ricardo Goachet le ha pasado de todo tratando de abrir su tan soñado y querido por muchos, Verbena. Lo último fue hace unos meses, con el cierre que le impuso el alcalde de Surco a pocos días de abierto el local, pero quienes conocemos a Ricardo sabemos que no se rinde, que sus ganas de cocinar pueden más que cualquier cosa y después de mucha búsqueda, Verbena o Verbenita como él le dice con ilusión y cariño, ya tiene local.

No ha sido fácil, pero la zona es céntrica y le gusta. En esta oportunidad el comedor es pequeño, para apenas 16 comensales, muy acogedor y cercano, con ese aire familiar que Verbena siempre ha brindado. Tiene licencia, que a estas alturas y después de lo vivido es imprescindible, aunque mantiene ese aire ¨semiclandestino¨ que tanto lo ha caracterizado. Y lo mejor de todo es que Ricardo vuelve a hacer lo que tanto disfruta, con creatividad, soltura y mucha buena vibra, que es cocinar de cara al público.

Las puertas se abren de lunes a viernes, por el momento sólo cenas, lo que les permite mantener los fines de semana los eventos que tan buen resultado les ha dado. No hay carta, sólo dos menús: uno corto de seis platos y otro más largo de diez. Lo que viene está enumerado en una gran pizarra al fondo del salón, algunos platillos ya conocidos de la casa, otros nuevos que sabemos irán variando constantemente de acuerdo a lo que se encuentre en el mercado y la creatividad del cocinero. Se sirven al medio, en platos chicos, uno tras otro, para compartir. Es lo que el espacio permite y hay que adaptarse. El servicio es como siempre atento y cordial, lo que hace de Verbena un lugar al que uno siempre quiera regresar, sin importar el local en el que se encuentre.

Comenzamos la velada con una delicada galleta con tartar de pesca del día con tomate asado. Continúan dos clásicos de la casa, el tiradito de charela con melocotón, frutos rojos y texturas de loche; y las perfectas croquetas de cecina y chutney de mango. Si hay algo que Ricardo hizo conocido de su cocina durante la pandemia fueron esas suaves y cremosas croquetas, así como su tortilla de ollucos, que llega como plato extra del menú, suave, jugosa, con toques de ali oli y puntos de caviar. La propuesta de Goachet sigue siendo atrevida y sabrosa, dejando el paladar rebosante de sensaciones. Ante platos como las navajas pil pil con pistachos y espárrago o los langostinos a la parrilla con chifles, quién puede resistirse a hundir la cuchara en estas texturas firmes y untuosas. El “ramen” de pato y pera, se presenta en dumplings sumergidos en un caldo potente con hilos de pato crocante deshilachado y toques de limo para conseguir bocados crocantes y melosos. Me hubiera gustado un punto más de picante para cerrar.

Los platos salados finalizan con una sartén de pimientos, entrecote Angus y milhojas de papa trufada, una preparación sencilla pero deliciosa. Los postres son impecables, no puede irse sin probar las fresas con leche condensada ¨Verbena Style¨, todo tan sabroso como suena. Una vez más el producto local se convierte en la estrella, logrando una carta sencilla e inmediata, pero con mucha personalidad, con conceptos claros y buen manejo de técnicas. Larga vida a Verbena.

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