El viernes 10, dos huaicos cayeron en el sector 3 de Wichanzao, en La Esperanza, y una semana después decenas de vecinos siguen viviendo una tragedia en esta parte de Trujillo. Hay viviendas que continúan bajo el lodo y hay temor de un brote de dengue. Urge más ayuda. (Foto: Johnny Aurazo)
El viernes 10, dos huaicos cayeron en el sector 3 de Wichanzao, en La Esperanza, y una semana después decenas de vecinos siguen viviendo una tragedia en esta parte de Trujillo. Hay viviendas que continúan bajo el lodo y hay temor de un brote de dengue. Urge más ayuda. (Foto: Johnny Aurazo)

“Lo he perdido todo. Solo he podido recuperar lo que ha estado flotando, casi nada. Mi casa ha quedado inhabitable: debo botarla, aplanarla y vivir en esteras”, cuenta .

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El viernes 10, la mujer de 50 años se alistaba a descansar junto con sus dos hijos, su esposo y su padre cuando antes de las nueve de la noche escuchó que del cerro que queda a pocas cuadras de su casa bajaba un huaico. Fue tal la fuerza de este, que la puerta que da a la calle se abrió violentamente y en menos de un minuto la vivienda quedó sepultada.

“Tuvimos que correr hacia el techo. Si no lo hacíamos y si nos cogía durmiendo, moríamos”, añade Esther.

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Testimonios

Esther Guzmán vive en la manzana 22 del sector 3 de Wichanzao, en La Esperanza, uno de los distritos más golpeados por las lluvias originadas por el ciclón Yaku en Trujillo. En su barrio todos lo han perdido todo. Ella y sus vecinos viven desde el viernes de la caridad de las personas que llegan hasta el lugar para dejar alimentos y ropa.

Pobladores de Wichanzao lo perdieron todo.
Pobladores de Wichanzao lo perdieron todo.

En la misma cuadra, Luis Manrique Costilla narra su desgracia.

“He perdido mis ahorros que guardaba en un lugar de la casa. Con mi esposa pensábamos estudiar con esa platita, pero ahora que no tenemos nada tendremos que empezar de cero. Por favor, ayúdennos”, clama el joven de 21 años.

Metros más allá, María Chávez Ortiz (59) recuerda los momentos de terror que vivió una semana atrás.

“Estaba vendiendo mis choclos por la comisaría [de Wichanzao] cuando vi que el agua venía. Pensé que iba a ser débil, pero cuando llegó el segundo huaico las paredes comenzaron a caerse. Nos hemos quedado sin nada”, lamenta.

En la manzana 30 del mismo sector, un hombre de al menos 45 años se detiene en medio de la gran cantidad de agua que se ha empozado en el lugar. Dice que el líquido se ha mezclado con el desagüe, que ha colapsado. “No tenemos ni agua ni luz”, afirma.

Sobreviviente de Huaico en Trujillo da su testimonio
Vive en el sector El Hueco de Wichanzao en el distrito de La Esperanza.

Luego, asegura que un vecino y familiares suyos lo salvaron cuando era arrastrado por el huaico. “Me agarré de un poste, luego me golpearon una ramas, pero pudieron rescatarme. Temía morir”, asegura.

Hernán Flores Rodríguez, periodista de larga trayectoria en la región, es uno de los damnificados en este sector de La Esperanza. Su casa, como la de sus vecinos, también quedó enterrada por el lodo. Tiene ganas de llorar cuando en su memoria se activan los recuerdos de aquel viernes, pero sus hijos y su esposa son su mejor inspiración para sacurdirse del barro y conducir la reconstrucción del lugar.

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“El agua prácticamente llegaba a los techos [de las viviendas] y ahora hemos podido organizar tres ollas comunes para poder alimentar a los vecinos”, sostiene.

Una de las mayores preocupaciones de Hernán Flores, ahora, es la salud de sus vecinos. El agua estancada mezclada con el desagüe ha comenzado a despedir un olor nauseabundo y hay también presencia de zancudos. “Necesitamos con urgencia que personal de salud esté aquí, pues hace más o menos un mes un niño fue diagnosticado con dengue hemorrágico y ayer un vecino fue evacuado a un puesto de salud con síntomas de la misma enfermedad”, asevera.

“Los niños son los más afectados. El agua ya apesta y hay un montón de zancudos”, dice Maritza Cabanillas Correa, mientras que en otro lado del barrio Justo Rodríguez Briceño, de 82 años, observaba con tristeza su casa prácticamente sumergida en el lodo. “En el 2017 no pasamos esto porque se logró desviar el agua con sacos que se colocaron arriba, pero esta vez el huaico nos cogió de sorpresa. Me he quedado sin nada”, articula.

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