Desde un sillón de color beige, que da a una ventana por donde ingresa el brillo solar que ilumina parte de la sala de su nueva casa, un pequeño departamento en el Boulevard Lambrami del Cercado, Eusebio Quiróz Paz Soldán pasa la mayor parte del día infatigable en su quehacer, avanzando proyectos inconclusos, hablando de las tradiciones arequipeñas, disertando y evocando a sus grandes referentes, la familia y los amigos.
Hasta antes de la pandemia, verlo en una silla amplia, rodeado por los anaqueles de su biblioteca repleta de libros, apuntes, recortes periodísticos, cartas y otros textos apilados, incluso, sobre el escritorio, trabajando y estudiando, era la escena común cuando alguien lo visitaba, hoy solo permanece en el recuerdo y las fotografías.
El historiador se ha desprendido de su refugio y sus tesoros. Vendió su casa de la Cooperativa Universitaria porque le resultaba muy oneroso su mantenimiento para la pensión modesta que recibe. La vivienda la construyó con gran esfuerzo, viajó al extranjero para conseguir recursos que su esposa, Lucy Pacheco, usó para edificarla. “Me entregó la casa hecha, aunque no me rindió cuentas de lo gastado”, bromea.
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Tiene un legado de libros
Los libros que lo rodeaban tampoco están con él, donó su biblioteca. Unos 5 mil textos que atesoraba en su antigua casa que ha pasado al cuidado de una universidad privada. La Católica San Pablo tiene la custodia de diversas obras de historia y algunos títulos dedicados por el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y el historiador Jorge Basadre Grohman, “La vida y la historia”, un especial tesoro de quien considera su maestro, aunque no le enseñó en las aulas.
“No era adecuado que la venda. Nadie me la hubiera comprado. La gente prefiere un carro moderno que una biblioteca. Ahora hay la creencia de que todo se aprende por Youtube y Netflix. En la universidad la van a cuidar para que los jóvenes puedan consultar en ella”, confiesa en voz baja, revelando un secreto que hubiera preferido guardar.
Problemas de salud que lo aquejan
Ha perdido la vista casi por completo por la diabetes que padece, y aunque ya no guarda la esperanza de seguir recurriendo a su archivo personal para sus proyectos, confiesa que mantiene vivo el gusto de seguir escribiendo con ayuda. “Antes leía mucho y dormía poco, ahora duerme poco, y escucha lecturas, “trato de seguir un camino y un propósito”, reflexiona.
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Eusebio Quiróz Paz Soldán conserva su buen humor y su memoria que está intacta para recordar la historia, los amigos y especialmente a su familia. De su madre, Dymphna Paz Soldán, aprendió a leer a la edad de seis años, luego de sufrir un accidente fortuito que le quitó la vista del ojo derecho.
La recuerda sentada y cantando mientras cocía prendas en su casa. A ella le gustaban los poemas, especialmente “Ríe llorando” del poeta mexicano Juan de Dios Peza que el historiador recita de principio a fin para esta entrevista. “/Viendo a Garrik actor de la Inglaterra/el pueblo al aplaudirle le decía:/ «Eres el más gracioso de la tierra/ y el más feliz. /Y el cómico reía/
“Mi madre era una mujer muy sensible, la recuerdo con mucho afecto. Si hay algo bueno en mi corazón, fue mi madre quien lo puso”, elogia con nostalgia don Eusebio, quien es el último de cinco hermanos.
De su padre Pedro Quiroz Pantigoso, un hombre autodidacta y vendedor de discos de música en una tienda de la calle Moral, heredó el gusto por la música clásica, lo valses y especialmente el yaraví que solía cantar mientras tocaba la guitarra. La Sonata N° 14 Claro de Luna, y la Quinta sinfonía de Beethoven le recuerda a su progenitor, las piezas clásicas suele escucharlas en el programa Solarmonia de Radio Nacional, a partir de las 10 de la noche.
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“Yo soy un negado de Dios para tocar instrumentos o cantar, pero me siento feliz de los recuerdos que tengo, aunque a veces el exceso de ellos me cause dolor de cabeza, tengo recuerdos limpios en el corazón y la mente”, refiere el historiador.
No descuida su cuidado personal
Para esta entrevista, Don Eusebio viste un traje oscuro, chaleco, corbata y camisa como el que solía utilizar en su juventud para dar la impresión de ser mayor de edad y colarse en el café Le Paris de la calle Moral, donde charlaba con docentes del colegio militar, siempre ha sido amiguero dice mientras se toca las yemas de los dedos que han perdido sensibilidad por los piquetazos diarios para controlar su glucosa.
Asegura que tiene una “pandilla de amigos”, una de sus amistades la mantiene, incluso, desde los cuatro años de edad, pero el contacto con ellos ya no es el mismo desde hace más de un año.
La pandemia por el nuevo coronavirus le ha cortado las reuniones amicales y el gusto de caminar por las calles de su querida Arequipa.
El historiador ha tenido siempre una vida intensamente familiar. Es muy unido a sus hijos y a sus nietos, pero la pandemia le ha impedido abrazarlos. Por seguridad y precaución uno de sus nietos, de 12 años, tuvo que contemplarlo por la ventana, rememora que aquel día rompió en llanto. Mientras cumplía fielmente su aislamiento junto a su esposa para que el virus no llame a su puerta, la enfermedad le arrebató la vida de un hermano, un sobrino y uno de sus cuatro hijos. Lamenta no haber podido acompañarlos en sus entierros.
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Tuvo trayectoria en política
Eusebio Quiróz es social cristiano desde los 18 años y tuvo una breve incursión en la política en el año 2000, cuando el hoy encarcelado Alberto Fujimori Fujimori, tenía la intensión de postular, por tercera vez, a la presidencia de la República. Su amigo y periodista, Pedro Planas, fue quien lo impulsó y convenció de postular al Congreso en las filas de la agrupación Somos Perú. El desaparecido sociólogo, José Luis Vargas, su amigo entrañable, escribió en el libro “Entre Arequipa y la Historia” de Carlos Rivera, que, para la campaña, Gonzalo ‘Chalo’ Guillén, dibujante arequipeño, fue quien se encargó de elaborar la caricatura de Eusebio Quiroz. “La balada del gordo” del dúo argentino Juan & Juan que en una de sus estrofas dice: la pinta es lo de menos, vos sos un gordo bueno, alegre y divertido, sos un gordito simpaticón, acompañó el spot televisivo y el jingle radial de la campaña.
Eusebio Quiróz no ganó la elección para formar parte del Congreso en el que Gerardo Cruz Saavedra juró ¡Por Dios y por la plata! Ahora no es ajeno al acontecer político del país y la polarización que se vive por las elecciones. Considera que es fundamental que la clase política y en general el país se libere de los enemigos que señaló el historiador, Jorge Basadre: los podridos, los congelados e incendiados.
“Los primeros se llevan al país en el bolsillo, los segundos quieren ver avance, pero no hacen nada, no mueven un dedo, y los terceros son los que quieren meter bombas por todas partes. Debemos amar al Perú como es, como una patria y ser capaces de poner todo el esfuerzo para sacarlo adelante, para servir y hacer mejor a la nación, no para llenarnos el bolsillo”, reflexiona.
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Más de 50 años en las aulas
El investigador arequipeño tuvo formación católica y estudió en el colegio San Francisco, en la universidad se matriculó en la facultad de Letras y optó por Historia hasta obtener su Doctorado, también ingresó a la facultad de Educación y Derecho logrando el grado de Bachiller.
Eusebio Quiróz Paz Soldán ha dedicado a la enseñanza más de 50 años, desde los 17 años de edad, en un colegio secundario, luego en la Universidad San Agustín, la Católica Santa María, San pablo y La Salle.
Es autor de varias obras de historia como “Cien años después 1879-1979, reflexiones sobre la Guerra del Pacífico (1984)”, “En torno a mi ciudad: Arequipa (1988)”, “Arequipa, pasado y presente (1990)”, “Jorge Basadre: maestro y amigo (2004)”, “Para enseñar historia del Perú (2008)”, entre otras. “La identidad cultural mestiza de Arequipa (2020)” es una de sus últimas publicaciones sobre su amada Arequipa que no ha sido muy difundida por la pandemia.
También se han escrito libros sobre su vida y su trabajo como entre “Arequipa y la Historia, en sus dos ediciones, del periodista Carlos Rivera, una compilación de semblanzas y apuntes críticos, y ha recibido distinciones como el Premio Nacional de Historia en 1979, diploma de honor entregado por el Congreso de la República el 2015, declarado hijo predilecto por la Municipalidad Provincial de Arequipa, en una ceremonia en la que fue su antigua casa, entre otros reconocimientos.
Por la pérdida de la visión, don Eusebio Quiróz Paz Soldán siente que la vida es más lenta, pero no ha detenido el ritmo de su trabajo intelectual. Confiesa que no teme a la muerte, eso lo aprendió de su padre. “No le temo, no debo nada a nadie. No tengo cosas más que proyectos académicos e intelectuales en la cabeza. Quiero tener tiempo para escribir mis memorias, terminar unos libros sobre periodismo y participar en eventos virtuales”, afirma Don Eusebio.